Entrevista a Alberto Marcos
Alberto Marcos, actualmente editor de Penguim Random House, es además escritor, corrector y guionista. Rescatamos una entrevista que le hicieron en el 2013, en la web de Creatividad Literaria, con motivo de la presentación de su libro de relatos La vida en obras, publicado por Páginas de Espuma.
Páginas de Espuma elige cada año un autor al que publicar su primer libro. En 2013 has sido tú. ¿Cómo fue el proceso de “conquista”?
Alberto M.: Como la mayoría de los procesos editoriales: lento. Jajaja. Pero no puedo quejarme porque tuve mucha suerte. Yo acudo desde hace varios años al Taller de Escritura de Clara Obligado. Ella es autora de Páginas de Espuma y me animó a que le presentara mi manuscrito al editor, Juan Casamayor. Lo hice y, aunque tardó casi un año en darme una respuesta, finalmente me llamó diciéndome que le había gustado mucho. Y aquí estoy.
¿Eres fiel al relato o ha sido una primera aproximación a la literatura para dar el salto a la novela?
Alberto M.: Soy fiel al relato. De hecho, no me gusta nada esa frase de “escribir relato para dar el salto a la novela”. Pensar así desmerece un género que tiene tanta entidad como la novela, la poesía o el ensayo.
Después de leer un par de relatos tuyos uno ya sabe que hay un final inesperado a la vuelta de la esquina. ¿Eres de los que planeas el guión de la historia o te surge mientras la escribes?
Alberto M.: Ambas cosas. Yo disfruto escribiendo en parte porque estoy continuamente sorprendiéndome mientras lo hago. Y, a la vez, suelo tener una idea general de la trama, los personajes, lo que quiero contar… La escritura es como navegar por un río: está bien dejarse llevar por la corriente y ver dónde te lleva, pero sin perder de vista el timón porque puedes acabar naufragando.
En relato corto es importante no dispersarse mucho, ir al grano de la historia, algo que tú logras. ¿Qué le recomiendas a esos escritores noveles que no logran llegar a un final? ¿Algún truco?
Alberto M.: A mí el único truco que me funciona es reescribir. Chéjov decía que escribir es borrar y no puedo estar más de acuerdo. Si vuelves sobre lo escrito una, dos, tres, las veces que haga falta, el final adecuado acaba surgiendo. Pero hay que tener paciencia y no dar por bueno lo primero que a uno se le ocurre.
¿Te gusta que se mezclen poesía y narrativa? ¿O prefieres mantener cada género en su cuaderno?
Alberto M.: Creo que para el escritor de narrativa es muy bueno leer poesía por la sutilidad, sugestión y abstracción propias del género. La capacidad para “contar sin contar” de la poesía viene de perlas a veces en la prosa. Pero con cuidado, cada género tiene sus reglas y puede ser peligroso mezclarlas.
¿Escribir guiones es una ayuda para la agilidad de construir relatos o todo lo contrario por la síntesis y asepsia del lenguaje de los guiones?
Alberto M.: Es que son lenguajes diferentes. Diría que haber escrito guiones me ha servido para dos cosas a la hora de enfrentarme a la prosa: desechar las primeras ideas que se te cruzan por la cabeza y aceptar las críticas.
¿Es la persona en obras, la inestable, donde más y mejor puede un autor trabajar un personaje?
Alberto M.: Todos somos inestables. Todos estamos en obras. Y todos somos susceptibles de protagonizar un cuento, jaja. El quid está en saber mirar, en hurgar en los deseos y los miedos de tus personajes. Es lo que he intentado con mis relatos y por eso espero que el lector pueda identificarse con los conflictos de los protagonistas.
¿Escribes en libertad o te sientes bajo la influencia de autores admirados, cánones de escuelas de narrativa, teorías literarias, modas, editoriales …?
Alberto M.: Lo más difícil es encontrar tu propio estilo. Pero el estilo, como la vida, está permanentemente en obras. Después de publicar este libro estoy un poco más seguro de mi prosa, pero soy consciente de que he llegado a escribirlo gracias a la inspiración de los autores que admiro, a leer mucho, a escribir mucho. En el momento en que procesas todos estos estímulos de fuera para ayudarte en tu escritura sin que te anulen o te conviertan en una copia, es entonces cuando realmente escribes en libertad.
Tus historias están muy pegadas a la realidad, al hoy en día de la sociedad urbanita española, ¿te planteas la escritura como un modo de reflexión sobre lo que te rodea? Y, si es así, tras la terapia personal de poner en orden, aunque sea a través de la ficción, tu entorno, ¿crees que la lectura de tus relatos tiene moraleja?
Alberto M.: Sí, veo la escritura así, como una manera de reflexionar sobre lo que te rodea. No necesariamente de comprenderlo o de encontrar respuestas, pero sí de acercarte a ello y poder afrontarlo con menos miedo. No me gustan las moralejas porque son muy simplistas, pero creo que leer siempre viene bien para abrir la mente moverte con más libertad por la vida.
Entrevisto a muchos escritores que se quejan del poco riesgo que asumen las editoriales con los noveles, incluso cuando han ganado premios a nivel nacional no encuentran quién edite sus libros. Tú cumples las dos facetas, escritor y editor, así que ahí van dos preguntas al respecto:
¿Cuál es el truco para que un manuscrito no termine en una pila de manuscritos?
Alberto M.: Ser prácticos y pensar que las editoriales reciben muchos manuscritos al mes: preparar un borrador que se lea bien, con márgenes amplios, interlineados cómodos, cuerpos de letra que no sean diminutos. Adjuntar una carta de presentación breve y sin florituras, y una sinopsis de la obra. Estudiar bien la línea editorial del sello al que envíes el manuscrito. Y hablar con la(s) editorial(es) elegida(s) antes de hacer nada: preguntar si admiten obras no solicitadas (no todas lo hacen) y cuál es la mejor forma de enviarlo y a quién hacerlo. Y, como decía antes, trabajarlo a fondo, dejándote aconsejar por gente que no sea solo tu madre, tu pareja o tu mejor amigo.
¿Recomiendas la autoedición?
Alberto M.: En cuanto a la autoedición, depende. Hay muchas maneras de autoeditarse y no todas son recomendables, pero, en general, si uno no encuentra editorial, ¿por qué no?