El primer paso
Hace aproximadamente un año, tomé la decisión de auto editar mi primera novela. Dejé atrás meses de espera, de incertidumbre, y de conflictos personales; meses aguardando la respuesta de una editorial o el fallo de un concurso, y preguntándome si mi esfuerzo a lo largo de tres años había merecido la pena, o si reunía la calidad suficiente para ser escritor.
Soñaba, como todo autor en sus inicios, con ser el nuevo talento descubierto. El abrazo editorial o el espaldarazo de crítica y público dependerían de mí, de mi calidad literaria, y cualquier factor externo era superable si mi novela era buena. Mi anonimato no sería un problema, ni un obstáculo comercial, sino un hándicap transitorio que la propia inercia de la novela terminaría por resolver.
La autoedición es una vía heterodoxa, y está plagada de múltiples dificultades para quien desconoce el mercado literario; por supuesto, no fue mi primera opción.
Tardé tiempo en comprender que mi carrera como escritor exigía un comienzo, y que acceder al mercado tradicional exigía poner los cimientos de mi propio proyecto. Un proyecto personal, un proyecto empresarial; un proyecto a largo plazo con un solo objetivo: escribir.
El vacío editorial (tan común en los escritores noveles) y la urgencia por dar un primer paso me hicieron emprender el camino de la autoedición. Muchas son las opciones que ofrece el mercado (algunas fraudulentas y otras poco transparentes); mi obsesión fue conocer y asumir en todo momento que estaba autoeditando mi novela, que yo era el único valedor de mi proyecto y que ninguno de los servicios que debía contratar para dicho fin eran sucedáneos vulgares de una edición tradicional a la que, de momento, ni tenía ni tengo acceso.
Megustaescribir, sello de autoedición del grupo editorial Penguin Random House, me hizo creer desde el comienzo en la importancia del proyecto, en la necesidad de impulsarlo y nutrirlo. La autoedición no está reñida con la búsqueda de nuevos enfoques, con el análisis de las amplísimas posibilidades que ofrece el mercado y mucho menos con el crecimiento literario. Ellos han puesto a disposición de mi proyecto todos sus recursos (amplísima distribución, asesoramiento técnico, promoción, participación en importantes eventos culturales), permitiendo que sea yo quien fije los límites y marque el ritmo.
El resultado ha sido, o está siendo, este primer paso imprescindible en la búsqueda de mi objetivo como autor: escribir, escribir y seguir escribiendo.
Jose Luis DÍAZ CABALLERO